jueves, 4 de junio de 2009

LOS/AS ADOLESCENTES QUE VIVEN CON VIOLENCIA VERBAL TIENEN MÁS RIESGO DE ENFERMEDAD MENTAL

La exposición a gritos e insultos entre miembros de una familia tiene efectos en la vida adulta. Estas consecuencias negativas incluyen problemas de salud mental, concretamente depresión y abuso de alcohol y sustancias. Además, los/as adolescentes sometidos a este tipo de agresiones están más descontentos/as con sus vidas y sufren, incluso más desempleo. Así lo señalan científicos/as de la Escuela Simmons de Trabajo dirigidos por Helen Reinherz.
Reinherz y su equipo iniciaron en 1997 la investigación "Simmons Longitudinal Study" en la que se recopilaron los datos de 1977 personas de esa comunidad a través de varios informantes (padres, profesores...) en edades muy concretas: 5, 6, 9, 15, 18, 21, 26 y a los 30 años. De todos/as estos/as participantes, escogieron a 346 para realizar un nuevo trabajo. Los/as autores/as indagaron sobre la existencia de violencia verbal en sus hogares cuando tenían 15 años y sobre la violencia física, también en casa, a los 18 años.
Analizaron si ambos tipos de agresiones tienen repercusiones en la funcionalidad de los/as adolescentes cuando alcanza la edad adulta. Entendiendo por ella, la existencia de salud mental (existencia o no de enfermedades psiquiátricas o problemas de comportamiento), el estado psicológico (autoestima, satisfacción personal en el trabajo u otras actividades), puesto laboral, salud física e historia familiar (divorcio, separación...).
Como primer dato destaca el número de chicas y chicos que reconoció la prevalencia de conflictos verbales (un 55%) en sus casas a los 15 años, frente a los que vivieron violencia física (un 12%) a los 18.
Este trabajo indica que el parámetro que más relación tuvo entre los conflictos familiares y las consecuencias a largo plazo fue el relacionado con la salud mental. En los chicos y chicas en los/as que se documentó la vivencia bajo insultos el riesgo de padecer un trastorno psiquiátrico en la treintena era tres veces mayor que el de sus congéneres con familias estables. Entre ellas se incluyen la depresión, la dependencia de las drogas, así como más posibilidades de padecer comportamientos antisociales.
Los resultados del estudio constatan que las influencias negativas de los conflictos verbales y físicos se extienden más allá de la juventud tanto en el sexo masculino como el femenino.
FUENTE: J.AM.ACAD.Child Adolesc. Psychyatry. 2009 Mar; 48 (3): pp. 290 - 298.

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