Capacidad de percibir que las experiencias de vida, las expectativas y las necesidades de mujeres y hombres son diferentes, lo que a menudo comporta desigualdades que pueden ser corregidas. Significa percibir y conocer las diferentes maneras en que los hombres y las mujeres pueden tener acceso a bienes y servicios, participar en los mismos procesos así como resultar afectados o afectadas de distinta forma en cada caso. No hacer un esfuerzo de sensibilización para percibir esas diferencias y alcanzar esa conciencia de género puede ocasionar que no se logren satisfacer las necesidades de hombres o mujeres y además que una idea o un proyecto aparentemente neutro perjudique o empeore la situación de partida. Esta conciencia deberá impregnar todos nuestros proyectos y sobre todo deberá informar las actuaciones públicas que se emprendan.
Ejemplo: Si en una determinada población partimos de un porcentaje de empleabilidad de las mujeres de un 12% frente a un 50% en el caso de los hombres y pretendemos corregir la situación dando trabajo al mismo número de hombres que de mujeres, el resultado empeorará la situación de empleabilidad femenina pese a que aparentemente hayamos repartido el trabajo de forma equilibrada. Y no digamos en el caso de que además se realice un sistema de selección aparentemente “igualitario” para ambos sexos que ocasione que por no tener en cuenta las diferencias de partida se contrate a mayor número de hombres.
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