Hoy con la excusa de la Charla sobre Artritis Reumatoide que hemos tenido en nuestro centro os queremos informar sobre lo más significativo que se ha dicho en la misma.
La artritis reumatoide es una enfermedad en la que se inflaman las articulaciones produciéndose dolor, deformidad y dificultad para el movimiento, aunque también puede afectar otras partes del organismo. Es una enfermedad crónica, con una baja frecuencia de curación espontánea, aunque con un tratamiento adecuado se consigue un buen control de la enfermedad en la mayoría de los casos. NO ES CONTAGIOSA. NO ES UNA ENFERMEDAD HEREDITARIA.
Esta enfermedad es frecuente, ya que en nuestro entorno la padece una de cada 200 personas (200.000 afectados/as en España) Se puede presentar a cualquier edad, aunque es más frecuente entre los 30 y 50 años, y la incidencia del trastorno es mayor en las mujeres que en los hombres en una proporción de 3 a 1.
La artritis reumatoide es una enfermedad en la que se produce la inflamación de la membrana sinovial de múltiples articulaciones. La persistencia de la inflamación de la membrana sinovial, condiciona que el lugar del hueso en el que se fija la membrana sinovial se dañe dando lugar a pequeñas muescas (erosiones). Además, la inflamación mantenida de una articulación hace que el cartílago, que permite el rozamiento suave entre los huesos adelgace y desaparezca. Además, pueden encontrarse los llamados nódulos reumatoides que son abultamientos duros que aparecen en zonas de roce, como son los codos, el dorso de los dedos de las manos y de los pies, la parte posterior de la cabeza, la zona del talón, etc. La artritis reumatoide también puede originar inflamación y atrofia de las glándulas que producen lágrimas, saliva, jugos digestivos o flujo vaginal.
Esta enfermedad actualmente no tiene un tratamiento curativo, lo que no significa que no exista tratamiento alguno. Es más, van apareciendo nuevos medicamentos que permiten controlar la enfermedad en un porcentaje cada vez más elevado de pacientes.
Como medidas generales a adoptar se encuentran las de evitar en lo posible una vida agitada, con gran actividad física o con estrés psíquico; conviene dormir una media de 8-10 horas nocturnas, y viene bien una siesta de 30 minutos; en lo posible intentar comenzar el día con un baño de agua caliente; es conveniente montar en bicicleta por terrenos llanos y sin riesgo de atropello, así como nadar o pasear; durante el reposo hay que adoptar una postura adecuada, evitando doblar las articulaciones y el uso de calzado adecuado es fundamental, conviene que sea un zapato elástico pero firme, la puntera debe de ser ancha y el empeine lo suficientemente alto como para que no produzca rozaduras en los dedos.
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